A finales del mes de enero
la presidencia de la Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mejor conocidos como mormones)
anunció que quitaría su escuela preparatoria llamada “Benemérito de las
Américas” para establecer un “Centro de capacitación misional” un lugar dedicado
a la formación de futuros misioneros que predicarán el evangelio mormón en México y Latinoamérica.
Con esta decisión la escuela
preparatoria que había formado varios cientos de generaciones de mormones
educados con altos niveles de calidad, desaparecerá producto de una supuesta “revelación
divina” de un profeta que vive “casualmente” en los Estados Unidos.
Por supuesto que yo no
cuestiono su derecho de hacer lo que quieran con los terrenos que generosamente
les dona el Estado Mexicano por ser una religión protegida bajo las normas de
nuestra Constitución Política. Lo que me
molesta es la idea de que para alguna persona en Norteamérica el establecer un centro de adoctrinamiento
religioso en México sea mucho más importante que educar a jóvenes
potencialmente valiosos para el futuro del país, independientemente de que sean
o no miembros de su Iglesia.
En palabras de uno de los representantes
de la misma, un señor de apellido Jonhson, se comprenden claramente las prioridades
de este culto para con el país:
"Con
esta transición de una escuela preparatoria a un Centro de capacitación
misional en vez de graduar alumnos de matemáticas, química, gramática,
computación, deportistas, bailarines, músicos, etc. miles de misioneros
llamados por el señor para predicar su evangelio en todos los países de
Latinoamérica serán capacitados y preparados."
Salta a la vista el
propósito principal de esa decisión en las siguientes palabras dichas por el
mismo Jonhson:
Como
resultado veremos un crecimiento y fortalecimiento en la iglesia como nunca se
ha visto."
Como es posible observar, esta
Iglesia ante la disyuntiva de educar o adoctrinar eligió la segunda opción
trayendo consigo grandes pérdidas a futuro de “material pensante” para México
porque “educar” significa reflexionar y cuestionar, en cambio “adoctrinar” es
la simple transmisión de una creencia que por requerir de “fe” no puede ser cuestionada.
Tampoco puedo dejar preguntarme
cuales fueron las razones de fondo para tomar esta decisión. Tal vez los
mormones ante la crisis económica mundial vieron que educar a sus miembros les salía
muy caro, situación que los diezmos de los más cumplidos no fueron capaces de
solventar o quizá las exigencias del Estado laico mexicano fueron excesivas o
simplemente se pierde la fe y hay que reforzarla preparando más soldados que
hagan frente a la falta de creencias en Latinoamérica. Pero no se inquieten mucho por ello, ya que nunca se sabrá, porque las razones de su
decisión se quedaran en la mente de un hombre que se dice a sí mismo “inspirado
por Dios” llamado Profeta y que por
tanto no será cuestionado al respecto.
Yo como simple observadora
externa solo puedo lamentar el suceso desde lejos, confieso que nunca pensé en enviar a uno de mis
hijos a un colegio religioso y si tuviera que elegir entre una escuela laica y
uno de ese tipo la primera seria mi
elección, pero también reconozco que esta valiente Iglesia dedico muchos años a
educar gente pensante, con educación de buena calidad para sus miembros
admitiendo también a gente externa a su fe con la única condición de que pagara sus
elevadas cuotas mensuales, poco en realidad, a cambio de vivir una experiencia única para los que
tuvimos la oportunidad de conocer ese centro educativo.
¿Educar o adoctrinar a los
mexicanos?
Sin duda es más barato y productivo para las iglesias en general
hacer lo segundo, pero espero, de verdad, que no cunda el mal ejemplo mormón y que
las escuelas religiosas del país dejen de educar para dedicarse al simple adoctrinamiento, eso sí, las queremos laicas, pero no
inexistentes, el país las necesita.